miércoles, 15 de junio de 2011

Niños apropiados. El mundo (I)

Redes de religiosos, médicos y funcionarios.

La historia de los niños 'apropiados' —así prefieren ellos que se les llame— hunde sus raíces en el franquismo. Aunque en los primeros años estuvo cargada de ideología —robaban a los hijos de presas políticas y mujeres republicanas para dárselos a familias conservadoras—, pronto se convirtieron en tramas puramente económicas que extendieron sus tentáculos más allá de la dictadura. Lo atestigua Francisco Tena, sociólogo y experto en la materia que lleva años rastreando el origen de algunas de estas personas. «Los casos más numerosos se dieron entre 1963 y 1970, aunque yo manejo casos de 1943 a 1995. En 50 años, ¡imagínate todos los afectados que pudo haber!», exclama. El abogado Enrique Vila representa a 'apropiados' de hasta 1979.

Estudiando los casos, descubren un 'modus operandi' recurrente. «Matrimonios que no podían tener hijos, normalmente mayores, se ponían en contacto mediante conocidos con personas que les podían 'facilitar' uno. En un primer encuentro les decían a qué ciudad tendrían que ir a buscarlo y el dinero que debían pagar por él y en la fecha señalada, se desplazaban hasta la ciudad pactada y se hacía el intercambio, normalmente en casas o parques. Después, les mandaban a una matrona o auxiliar de enfermería de su propia ciudad, que falsificaba, también previo pago, el certificado de alumbramiento y con él acudían al registro civil dondeinscribían al bebé como propio. Todos se llevaban dinero», describe Vila. 

El eje de la trama se urdía entre las paredes de los hospitales, donde se vivían situaciones dispares. Había madres que querían dar al niño en adopción, mujeres jóvenes o madres solteras que, presionadas por sus familias y la moral de la época, decidían no seguir adelante con su maternidad, prostitutas que no podían tener al bebé... Pero también casos más trágicos. «Había parturientas sanas y con partos normales a las que, tras dar a luz, les quitaban al niño diciéndoles que había muerto. Muchas nunca llegaban a ver el cuerpo del bebé, ni el certificado de defunción, ni nada de nada», afirma Francisco Tena. Ese niño salía de la clínica con destino a otro hogar y en la mayoría de los casos, como en el de Antonio Barroso o María Labarga, se modificaban los historiales médicos y las actas de nacimiento para borrar cualquier rastro de lo ocurrido.

«Casi siempre había religiosos implicados. Se creían con potestad moral para quitarles los bebés a madres sin recursos y dárselos a familias convencionales. Pero figuran en los casos porque trabajaban como enfermeras en los hospitales en esos años, no porque fuera una trama de la Iglesia como institución», explica Vila. La magnitud del escándalo llegó a alcanzar grandes proporciones. «Hubo muchas familias despojadas de sus hijos. Las madres no tenían normalmente recursos culturales ni económicos. Eran solteras,jóvenes indefensas que se resignaban cuando les decían que el niño había muerto. Algunas siguen hoy en tratamiento psicológico», denuncia Francisco Tena, quien matiza que «la mayoría de los adoptantes lo hicieron de buena fe» y no se les puede acusar de delito porque, aunque pagaban por los niños, «les decían que era para gastos médicos, papeleo, etc». «La responsabilidad la tienen los intermediarios y hubo mucha gente que se enriqueció con esto. Debería intervenir la Fiscalía y habría que estudiar su conexión con delitos de lesa humanidad. Es de una magnitud tremenda », sentencia. 

fuente: elmundo.es

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