Volvimos a los 2 días a Zahara de los Atunes, pero por la tarde, comimos en la playa en el cabo de Roche unos bocadillos y después fuimos.
Allí estábamos en la playa del cabo de Roche, otra playa estupenda, Cecilia diciendo todo el tiempo de ir pronto a Zahara, comió más rápido que nunca y en cuanto acabó insistía en irnos.
Llegamos al sitio de la perrita. Yo me fui a aparcar el coche y ellas entraron a conocer al otro perrito. De color casi blanco, pequeño, tenía 42 días. Jugando los dos perritos sin parar. Luego se iban a dormir a la tierra al lado de unas plantas. Se enroscaban para dormir. Comiendo en el mismo plato, se empujaban con las cabezas para poder coger la comida. La perrita, blanca y negra, tenía más energía que el perrito. El dueño nos dijo que era muy tranquilo. Y la dueña nos decía que era precioso, que ella prefería quedarse con el macho, pero que su hija prefería la perrita. Y no podían cambiarle de idea.
Me gustaba ver los dos cachorros, cómo se relacionaban, nos contaban que habían tenido que quitarlos de la madre, porque le hacían daño al mamar con los dientes pequeños y puntiagudos. La madre de raza bichón maltés y el padre cocker. Más tarde llegó otra señora con otra perrita, negra, que era también hermana de estos dos.
En algún momento debieron ofrecernos el perrito, pero no recuerdo. El dueño nos decía que habían llegado una gente de Galicia a comer y que querían llevárselo, pero que como había quedado con nosotros, no se lo habían dado. Decía que él era un persona formal. También que otras personas se interesaron por el cachorrito.
Lucía y Cecilia allí jugando con los dos perritos y la otra niña, Ana. El mar al lado y la playa de arena blanca preciosa. Anochecía y el cielo cambiando de color a tonos rojizos, el sol poniéndose sobre el mar.
Nos quedaban 3 días de vacaciones.
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