jueves, 24 de noviembre de 2011

el perrito (III y fin)

Estuvimos yendo los últimos tres días a Zahara de los Atunes (también decíamos Zahara de los perrunes). Y allí pasamos el tiempo entre la playa, los perritos y las niñas. Una de las veces cogí al perrito y me dijo Lucía: 'Déjalo, lo vamos a cuidar Cecilia y yo'. Se lo devolví.

En otro momento se vino la otra niña a la playa a bañarse. Iba a cambiarse de ropa y dijo 'No miréis'. Por supuesto todos miramos, nos reíamos. Es la frase adecuada para que todo el mundo atienda y mire.

El dueño de los perritos nos contó muchas cosas. Que llevaba no sé cuantas operaciones por problemas de páncreas y que estaba vivo por mucha suerte. Otro señor del pueblo, Patricio, estuvo allí también hablando con nosotros. Era de Suiza y hacía 40 años se había venido a Zahara. Bebía absenta y decía que no le gustaba el sabor pero que sí le gustaba el efecto. En otro momento había una chica joven por allí y decía que se había enamorado, pero que los amores de verano eran así, conocía a alguien, le gustaba y cuando se iba se olvidaba de ella. Físicamente se parecía un poco a Jack Sparrow.

El último día, viernes 9 de Septiembre, cogimos al perrito y nos fuimos al apartahotel. Era por la noche y me puse mala, gastroenteritis. Allí estaba yo del baño al salón y al dormitorio, y entre medias el perrito cerca, a veces lloraba, otras hacía pis y otras mordía lo que fuera. Toda la noche de esta forma. Llegó la mañana siguiente y la vuelta de las vacaciones.

Con uno más. No sabíamos qué nombre ponerle. Tardamos unos cuantos días en encontrar el nombre, no había acuerdo.

El viaje, con calor, el aire acondicionado estropeado. El perrito de 43 días. Paramos unas cuantas veces y le ofrecíamos agua y comida. Llegamos después de 8 horas.

Por la noche de nuevo koke lloraba un poco, yo me salía con él al salón para que no despertara a los demás. Me tumbé en el sofá y se me subía hasta la cabeza y me mordía el pelo, y luego la mano. Empezaba a jugar, comía, hacía pis, caca. No sabía dónde ponerse, buscaba. Debía echar de menos a su madre y a su hermana. Por lo visto de noche era cuando los juntaban. Así fueron unas cuantas noches, hasta que pensamos que si se cansaba lo suficiente por el día, de noche dormiría mejor, y así fue. Al principio era como un bebé que no tiene horario. Dormía un rato y luego a jugar, y así todo el tiempo.

Hubo un día que volví a casa por la tarde y no había nadie, sólo koke. Lo cogí y se puso muy contento, metía su cabeza en mi cuello, con el pelo suave y blanco.

'es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos'

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