lunes, 27 de septiembre de 2010

Un dia en Lanzarote.

Fuimos a Lanzarote un día, unas horas realmente. Estuvimos dudando también si ir desde Fuerteventura o no ir, al final pensamos que era mejor ir aunque fueran unas horas, porque era más fácil ir desde allí que volver un viaje entero.


El viaje en barco fue rápido. Lanzarote es más turístico que Fuerteventura. Fuimos al Timanfaya, antes paramos en el echadero de camellos. (Luego he leido que son dromedarios los que tienen una joroba y camellos los que tienen dos, así que estos son dromedarios). Los dromedarios me daba la impresión de estar hacinados, no me gustó mucho como los tenían. Atados en fila de unos 12, con bozales y solo pueden andar lo que les llevan a dar una vuelta con los turistas encima. Subimos en ellos y me pareció curioso el paseo. Las patas qué bonitas.

El Timanfaya es un paisaje increible, está muy bien preparado para las visitas. De esta forma no se deteriora. Hay que pagar por entrar, pero merece la pena. Había una zona, el valle de la tranquilidad, curioso el nombre. Da la sensación de no haber pasado el tiempo desde que se produjera la erupción volcánica, hace 200 años.

La gente muy amable. En el centro de visitantes una chica nos orientó lo que podíamos ver en el tiempo que teníamos, y gracias a eso aprovechamos bien el tiempo. En la casa del campesino había un camarero que se parecía a Andrés Iniesta, muy majo. Estábamos comiendo una ensalada de aguacate con queso de cabra y pescado del día, traía papas arrugás, yo estaba pelando una papa y vino este camarero (el Iniesta canario) y me dijo que estaba quitándole la gracia a la patata que hay que comerla entera con piel incluida. Y es verdad está muy buena. La pena que era casi el último dia y me perdí todas las papas anteriores.

Fuimos luego por una carretera de la costa con unos paisajes increibles.

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